Desde Noticias y Destinos acompañamos a todo el equipo de comunicadores de M24 en este cierre abrupto de etapa que deja a profesionales, oyentes y a una parte valiosa del ecosistema mediático en una situación difícil.
Un medio no es solo una frecuencia ni un edificio: es una construcción colectiva, un espacio donde se interpreta la realidad, donde se conversa con la sociedad y donde se genera confianza. Sostener ese trabajo en el contexto económico actual resulta cada vez más desafiante. La viabilidad de los proyectos comunicacionales enfrenta costos crecientes, ingresos inestables y modelos de financiamiento que ya no acompañan el ritmo de la audiencia ni la transformación tecnológica.

La emisora comunicó que, tras su venta a un grupo extranjero, dará fin a toda su programación. Muchos trabajadores —algunos con contrato hasta el 31 de diciembre— fueron notificados este viernes de que serán desvinculados, y el próximo 28 de noviembre será el último día al aire de los programas actuales. A partir de entonces, solo se emitirá música nacional y tandas publicitarias hasta el traspaso de propiedad el 1.º de enero de 2026.

Esta situación vuelve a poner sobre la mesa una realidad que afecta a gran parte de los medios: sobrevivir cuando deberían tener la misión de formar opinión y aportar diversidad informativa. No es la primera vez que programas de M24 enfrentan un cierre; para muchos de sus equipos será la segunda vez que deban recomenzar. Confiamos en que su profesionalismo encontrará nuevos espacios, ya sea en otras emisoras o en plataformas digitales, donde el streaming continúa creciendo como una vía natural para sostener proyectos independientes.

Algo similar ocurrió con quienes integran Justicia infinita, un programa con trayectoria y una comunidad fiel que lo acompaña desde hace años. Gonzalo Camarota, referente del equipo, también recibió la noticia con sorpresa y preocupación frente al cierre inesperado. Su trabajo, marcado por la mirada crítica y el análisis profundo, quedará momentáneamente sin micrófono, aunque su aporte —como el de todo el equipo— seguirá representando un valor que la audiencia sabrá buscar cuando surja un nuevo espacio para reencontrarse.

Como oyentes, también sentimos este final.
Programas diversos, cercanos y de compañía cotidiana —como Todo por la misma plata, con Andrés y su equipo, o las reflexiones siempre necesarias de Lubo— formaron parte de la vida de miles de personas. Ese vínculo no desaparece con un comunicado empresarial.

Entre las señales de desconcierto que dejó la decisión, también quedó claro que incluso comunicadores de referencia no estaban al tanto de lo que ocurría. Eduardo Preve, una de las voces más escuchadas en el análisis informativo, desconocía completamente la situación cuando le consulté por X —la antigua Twitter— tras enterarme por otros medios. Esa falta de información interna habla del impacto y la sorpresa que generó el anuncio dentro del propio equipo.

Hoy toca reconocer su trabajo, agradecer su aporte y desear que pronto vuelvan a encontrarse con su audiencia. La comunicación necesita voces libres y espacios plurales. Y el país también.